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Un cuento sin nombre.

Coloco un cuento para empezar, es muy corto, algo que escribí para un concurso; espero que les guste.

* * *

“Hoy soy alguien, ¿mañana quien seré? Es una pregunta que deberíamos hacernos todos. La vida separa destinos mediante finos hilos delgados: nos evoca a presenciar tragedias memorables, nos abandona en nuestra propia ruina, y nos otorga regalos invaluables; cada pequeño acontecimiento nos trasforma, y, al final del camino nadie es quien ayer fue.”

La noche parecía ser un maravilloso espectáculo nunca antes visto, su magnificencia era tal que podía admirarse y la vista no dejaría de deleitarse; el misticismo que inundaba cada rincón, incluso aquel que se creía inalcanzable, era una fantasía increíble, una fantasía sin mas… indescriptible. Pero hipnotizante ante la mirada de cualquier ser cuya alma débil era ante el margen de una ilusión cercana, casi irreal; mientras que para aquellos cuya alma estaba corrompida por el deseo innato de la destrucción y el gozo por el dolor, era una caricia suave en cada uno de sus sentidos.

Y, aquel ser al cual pertenecían estos últimos sentimientos atroces, dormitaba apaciblemente en las entrañas del bosque, disfrutando inconcientemente, recordando, sumiéndose en sus rencores, poseído por el egoísmo a su propia y miserable vida, soñando con algún día poner fin a lo bello, a lo puro, a la inocencia... poner fin a lo que en un momento le habían negado.

El elfo Kouran abrió los ojos de golpe cuando hasta sus oídos llegó un suave sonido agudo que unía notas y palabras en una armoniosa melodía nunca antes escuchada, una canción tocada y cantada por un ángel apocalíptico; la hermosura de voz pertenecía a una fémina que con osadía se atrevía a merodear en los peligros que acechaban, a tentar al monstruo que su sed de sangre saciaba. Irreversiblemente había despertado, aferró sus garras en las raíces de un árbol para impulsarse a ponerse en pie consiguiendo de su odio al mundo la fuerza necesaria; caminó siguiendo el rastro que la música marcaba y sus pisadas detrás dejaban un paraje muerto. Los sonidos se intensificaban, sus oídos enloquecían y lo que para otros lágrimas de conmoción pudiese arrebatar, para él se volvió una tortuosa cacofonía de las profundidades del mismo infierno. Maldijo en los cientos de idiomas conocidos, se confió a la oscuridad como si esta fuera su protectora y se detuvo, atormentado y lleno de aversiones al pasado, presa del recuerdo del viejo día, lamentando lo que le fue arrebatado.

Asomó la cabeza por detrás de un árbol y observó minuciosamente a su verdugo de pie aún entonando sus maravillosos sueños, un canto a la luna plateada que tras púrpuras nubarrones se escondía, la sinfonía de las estrellas y el llanto silencioso de lo buscado pero no encontrado.

La odió en cuanto la vio y deseó que en sus manos pereciera hasta la agonía, que su mirada de niña indolente de terror se llenara y su música se detuviera para siempre así como también su voz de musa acallara eternamente.

Abandonó su resguardo y como cauteloso cazador se acercó al centro del claro; ipso facto, los dedos de la chica dejaron de acariciar las cuerdas del curioso instrumento que sostenía entre sus manos, y así, de golpe, se hizo un silencio sepulcral. La muchacha estaba conciente de la presencia de alguien a sus espaldas, sin embargo no se volvió para encararlo; ella alzó la mirada al cielo y sonrió tranquilamente. Con fuerza furibunda Kouran la tomó del brazo y la giró para conocer el rostro de su Némesis; las facciones de la chica se volvieron una máscara de sorpresa, su respiración agitada se entrecortó y su cristalina mirada azul recayó con todo su peso sobre él. Inmediatamente al ver tan noble rostro inmutado, ni siquiera corrompido por algo semejante al horror, la liberó con lentitud y se quedó hipnotizado en su presencia, perdido en aquel océano que eran sus ojos, un océano infinito que no amenazaba en convertirse de un momento a otro en un rebuscado mar bajo tormenta.

El elfo saboreó la dulzura de la muchacha durante largo tiempo, confundido por sus pensamientos que eran una tediosa lucha interna entre el bien y el mal; ya habían transcurrido varios siglos desde la última vez que esas sensaciones extrañas desgarraron su corazón dejando heridas en carne viva, y esta noche mágica su doncella retornaba, pero no entendía la razón, ¿en que clase de purgatorio se hallaba encarcelado?

Ambos corazones latían como si fuera uno solo, sin embargo Kouran la odiaba, y, ella, Lanüre, lo amaba aunque no supiera como era… “No deberías estar aquí, Xerina maldita” le dijo él con desprecio “¿Has venido a buscar tu fin?” A lo que ella, aún manteniéndose firme y serena, respondió: “No. Estoy aquí porque tú me has llamado, y tú estás aquí porque yo te he llamado. Son las estrellas las que definen el destino que nos depara, y es en un punto donde nuestras estrellas se unen…” Una risa escalofriante rompió la tranquilidad del bosque y en son de burla el elfo objetó: “Las estrellas… ¿Son hermosas, cierto? ¡Míralas y cuéntame lo que vez!” Exclamó llenó de ira sosteniendo con fuerza la barbilla de Lanüre obligándola a mantener la mirada sobre el cielo. “Ustedes, Xerinas, fueron creadas para observar el cielo y ver en él los designios de cada ser vivo sobre la faz de este mundo, pero tú, ¿Qué puedes decir si ciega eres?” La soltó, pero no consiguió la voluntad para alejarse de ella. “Ustedes, elfos oscuros, fueron creados para generar la destrucción ¿Qué puedes decir si no me tomas y terminas con esto?” Se mofó Lanüre manteniendo su sentido del humor; después su risilla contuvo, alzó su mano izquierda y la colocó en el pecho de Kouran donde debía estar su corazón “Hay cosas que con los ojos no pueden ser vistas. Tú, Kouran… tienes una mirada hermosa, sin embargo, eres más ciego que yo. No eres el elfo de naturaleza oscura, solamente es tu alma la que se hunde en el abismo porque aquellos, tus enemigos, te la robaron...” Lanüre cortó la cercanía que los separaba y posó su mano derecha sobre la mejilla de él, palpó la fina piel de su rostro y percibió su aroma natural, sus dedos recorrieron un camino imaginario hasta los labios finos de un estupefacto elfo. Kouran sentía el dolor mas que nunca, un dolor real que lo poseía y el monstruo que habitaba en él gritaba desesperado, buscando la fuerza para terminar con la Xerina que podría ser la causa de su destrucción.

“Sé mis ojos y déjame ver el universo entero, permíteme ser tu corazón y enseñarte lo que es amar”

Sus labios se juntaron fundiéndose en el más delicado acto de amor: un beso. Se derramaron los mismos deseos encerrados en dos cuerpos distintos que habían esperado que el tiempo y el espacio los unieran.


4 Comments:

  1. CöSä said...
    Este comentario ha sido eliminado por el autor.
    And Love Sais No said...
    Este comentario ha sido eliminado por el autor.
    And Love Sais No said...
    Wow.... me encantó, y tu manera de escribir es genial (no bromeo, me encanta leer y me gustó tu forma de escribir) A mí también me gusta escribir, pero llevo poco tiempo haciéndolo por lo que no soy muy buena, jeje, pero me esfuerzo.

    Me gustaría que leyeras el principio de mi historia y me digas como te parece, me gustaría tu opinión. :)

    http://honniwa.blogspot.com/
    Anónimo said...
    Wow tu forma de escribir es muy poetica
    Y metaforica..... Escribes delicadamente ....
    Tienes facilidad para que tus palabras
    Seduscan ... Excelente sigue asi... No
    Te rindas.... :D

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